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Durante la semana del 7 al 14 de enero de 1919, se desarrolló la huelga de trabajadores de la fábrica metalúrgica Talleres Vasena, que dejó un saldo de más 700 muertos y varios desaparecidos.

La fábrica Talleres Vasena había sido fundada en 1870 por el inmigrante italiano Pedro Vasena, quien falleció en 1916 y fue sucedido por su hijo Alfredo Vasena, secundado por sus otros tres hermanos (Emilio, Humberto y Severino).
El 2 de diciembre de 1918, la Sociedad de Resistencia Metalúrgicos Unidos comenzó una huelga, contra Talleres Vasena, en protesta por las malas condiciones de trabajo, ambientes de trabajo con temperaturas excesivas y sin ventilación, salarios muy por debajo de lo que recibían empleados de otras empresas y jornadas laborables muy largas, de 11 horas con franco los únicamente los domingos.
La empresa se mantuvo firme al rechazar el petitorio y tratar con la delegación sindical, es así que estos últimos comenzaron a recibir apoyo de vecinos y comerciantes del barrio, mientras que otros sindicatos como los marítimos y portuarios se unieron a la causa y dejaron de transportar u operar materiales provenientes de los Talleres Vasena.
Al ver que la huelga no tenía usufructos empezó una batalla de desgaste entre los empleados y la fábrica. Los primeros buscaban causarle daño económico mediante la interrupción del recorrido que hacían los camiones que transportaban los productos desde los Talleres Vasena hacia la fábrica de San Cristóbal y los depósitos de Nueva Pompeya; mientras que los segundos optaron por llamar a rompehuelgas y al grupo parapolicial formado ese mismo año, integrado por civiles armados provistos por la Asociación Nacional del Trabajo.
Los boicots y piquetes fueron constantes, lo mismo que las amenazas e intentos de asesinatos, sin mencionar los momentos en que tanto huelguistas como huelguistas fueron atacados con armas de fuego. Son varios los casos donde los rompehuelgas e incluso dueños de la fábrica le dispararon a los huelguistas, incluyendo un intento de soborno y asesinato al delegado Boratto, ambos fracasaron.
Fue en esos tiempos que la disputa se cobró su primera víctima, el rompehuelgas, Manuel Rodríguez, en un intento de escapar de los manifestantes que lo enfrentaron físicamente, se arrojó al Riachuelo y falleció ahogado a la altura del Puente Alsina.
Pasaron los días y la disputa se mantenía en pie, el clima era cada vez más tenso, hasta que llegó el martes 7 de Enero, el inicio de una jornada que marcaría a la historia Argentina y sería recordada a lo largo de los años como la Semana Trágica. Más de un centenar de policías, bombero y rompehuelgas armados dispararon contra los huelguistas, vecinos y a las casas (en aquella época eran de madera) durante casi dos horas y cerca de dos mil proyectiles.
El ataque dejó un saldo de 4 muertos y más de treinta heridos, lo que movilizó al gobierno para intervenir y que Alfredo Vasena llegara a un acuerdo con los huelguistas. El arreglo ofrecía una reducción de la jornada laboral a 9 horas, un aumento del 12% del sueldo y que todos los trabajadores recuperaran su puesto de trabajo. El acuerdo se formalizaría al día siguiente.
El miércoles 8 de Enero las partes se juntaron, pero la olla aún seguía hirviendo por los asesinados el día anterior. Vasena mantuvo su ofrecimiento, pero los sindicalistas objetaron y exigieron un aumento de entre un 20 y 40%, jornadas de 8 horas, pago extra por las horas adicionales o por trabajar un domingo y la restitución de los puestos sin importar si eran o no sindicalistas.
La negativa de Vasena ante el pedido de los sindicalistas siguió tensando las cosas. Mientras tanto, el país estaba de luto por las 4 víctimas y muchos ciudadanos se acercaron de distintas partes a acompañar durante el cortejo fúnebre. Una columna multitudinaria formada por trabajadores, vecinos, sindicalistas y anarquistas se movilizó hacia el cementerio con algunos incidentes, hasta llegar a la Iglesia de Jesús Sacramentado, allí se produjo otro enfrentamiento entre los bomberos armados que custodiaban la iglesia y los manifestantes. La represión continuó por el cementerio y el número de muertos incrementó, sin contar a los heridos.
Los conflictos se mantuvieron en alza el resto de los días, llegando a un récord de 55.000 detenidos y entre 2.000 y 4.000 heridos. Hasta que finalmente Hipólito Yrigoyen ratificó con la FORA socialista la liberación de los obreros detenidos, un aumento del 40%, y la reducción de la jornada laboral. Además, para que esto sea un hecho, citó a su despacho a Alfredo Vasena y le exigió la aceptación total e incondicional del acuerdo, no teniendo otra alternativa más que aceptar el mismo.

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