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Con un fuerte aplauso y hermosas palabras Villa Urquiza despidió en el día de ayer al Padre Boris Turel.

Ayer a las 11.30 hs. en la Iglesia Nuestra Sra. del Carmen se despidieron los restos del Padre Boris Turel quien durante 32 años se desempeñó como párroco de esta institución.
La misa fue oficiada por el cardenal Mario Aurelio Poli; Monseñor Enrique Eguia Seguí; Monseñor Juan Carlos Ares -obispo auxiliar de la vicaría Devoto; Padre Marcelo Pettinaroli; Díacomo Horacio Adami; Padre Arturo Bas; Padre Charlo; Padre Toto de Vedia; Padre Raúl Canali; Padre Leopoldo Messer; Padre Pedro Sígneri; Padre Toto Aloisio; Padre Diego Díaz; Padre Juamba Xatruc y el Padre Gustavo Larumbe, actual párroco de la Iglesia del Carmen, se le dio el último adiós. Se encontraban presentes también familiares, amigos y vecinos quienes lo despidieron con un fuerte aplauso.
Sus restos serán cremados y descansarán en su tan querida Iglesia del Carmen. Se informará a los feligreses el día y hora de la misa.
Finalizada la ceremonia Carlos Ingrassia pronunció unas cálidas palabras de despedida a su amigo y compañero de FM Urquiza por tantos años, nosotros quisimos compartirlas con nuestros lectores, ya que a través de ellas podrán conocer un poco más sobre la vida del Padre Boris Gabriel Turel.

Querido Padre Boris que ya estás en la casa del Padre:

“Cuando te preguntaban tu edad, solías contestar con tonito tanguero como que habías sido nombrado miembro de la Academia Nacional del Tango, “Yo soy del 30, yo soy del 30…” 1º de diciembre de 1930… y viste la luz en Paraná, Entre Ríos…, Por eso vimos a la bandera de Entre Ríos en nuestro altar durante tu gestión.
Provenías de una familia inmigratoria de esloveno. Tus padres te bautizaron en diamante, a pocos kilómetros de Paraná y luego se traladaron a Buenos Aires. Pudiste haber sido una gloria del fútbol, de River querido de quién también fuiste miembro honorario… gran atleta, gran nadador, pero el Señor tenía para vos reservado otros caminos.
Recuerdo que llegaste a la parroquia del Carmen en noviembre de 1977, acompañado de una multitud que te seguía desde tu anterior destino, de Nuestra Señora de la Resurreción. Una multitud de amigos que parecía resistirse a abandonarte… por algo sería… venías precedido de una interesante fama de tribuno moderno, desde Balvanera, tu primer destino de cura, hasta la Sagrada Familia de Saavedra, en donde supiste encontrar grandes amigos, incluso entre adversarios políticos, con la palabra de Dios a flor de labio y el mano a mano simple, llano con quien la quisiera recibir.
Claro, venías animado por personajes como Monseñor Angelelli y su famoso dicho de un oído en el evangelio y otro en el pueblo, o como tantas veces nos lo recordabas, “a Dios rogando y con el mazo dando”. No en balde tus homilías, en épocas urticantes que de persecución que hemos pasado, eran grabadas y hasta sufriste los rigores de la cárcel. Pero tu verba seguía primando allí donde fuera necesario, con expresiones y lenguajes de gran valor, simples y entendibles, por eso eras tan buscado por los medios para que aportaras tu opinión sobre temas cotidianos, los de todos los días y, por qué no, también los religiosos.
Los que conocimos tu trayectoria no podemos olvidar ese ciclo que cumpliste en el canal 11, en épocas realmente difíciles, con tu micro de apertura y cierre de transmisión en el que, luego de una reflexión oportuna basada en algún hecho de actualidad, nos dejabas tu buen consejo con esta expresión final… “Piénsalo…”
También supiste integrar la no menos famosa mesa de credos… junto a un pastor y un rabino.
Y fue así que Monseñor Quarracino, allá por 1997 te ofreció una radio parroquial que se llamó F.M. Uquiza, y dirigiste durante casi 22 años, para que llegara a más y más personas esa palabra amiga y terrena. Recuerdo que me decías, como responsable colaborador de la parte artística que era, “Carlitos, quiero una radio que escuchen los que no vienen a misa” y así, entre lo mundano y cotidiano, metíamos hábilmente “La Palabra”.
Y como verdadero pastor, cómo supiste adentrarte en el sentimiento de Villa Urquiza, de tus fieles, de tus vecinos, de sus instituciones. Y te oímos decir en ocasión de un aniversario del barrio, allá por 2007, que en distintos medios de comunicación habías encontrado un pensamiento casi constante, cuando entrevistan a un personaje relacionado con el barrio… “Es que Villa Urquiza tiene un no sé qué…” “Es que nos conocemos, sentimos la vecindad… es como una familia…” y seguías diciendo “en el fondo hay como una pertenencia, como un sello de identidad: Siento al barrio como mi familia. Es cierto también que todo cambia, que nos invade el imparable progreso: la edificación, la estación de tren, viaductos, subterráneo, vamos perdiendo lo humano. Nos mata la globalización que impone una cultura artificial, homogénea para todos. Una colonización que elimina las culturas locales, que nos hace perder el sentido de la vecindad, de barrio, de familia, de conocimiento, peeerooo, concluías,…
…si elevamos un poco el espíritu, si nos abrimos a la fraternindad, a la búsqueda del bien común, si nos aceptamos como somos y hay respeto, seguiremos siendo “una gran familia”, como dice el escudo de Villa Urquiza. Mi casa es cunda de amigos. Seamos realistas. Tengamos utopías.” Ayudemos a caminar siempre hacia adelante hacia arriba. Esa era una de tus grandes frases que nos dejás, Padre Boris, como legado.
Y un 1º de marzo de 2009 (luego de 31 años y 4 meses) te despediste de esta comunidad de Villa Urquiza como cura párroco, cuando asumió el padre Marcelo Pettinaroli – Y recordamos también que el 16 de julio de 2017 viniste a concelebrar, junto al cardenal Mario Poli y al padre Marcelo, en las Fiestas Patronales, tu última misa en tu querida Parroquia del Carmen. Y aquí no puedo menos que mentar otra frase que quedará para la historia “El Carmen es un sentimiento”. Frase, sin dudas futbolera, como el que sentías por tu River querido que te llevó a plasmar otra onolvidable frase:
Todo hombre es mi hermano… aún el hincha de Boca…
Y esa otra que siempre recordaremos de “No hay que aflojarse a la vida”. Y recordamos ahora cómo solías cantar con tu voz cavernosa “un día al cielo iré… y la contemplaré…” Yahora que ya la estás contemplando a Nuestra Madre, aprovechamos para pedirte que le digas que se apiade de nosotros, nos siga cuidando y nos espere porque… como nos enseñaste, y esta frase quedó en nuestros corazones…
Cuando la Virgen se viste de Madre… se viste del Carmen…
Y con este lenguaje de barrio te decimos… Chau querido Padre Boris, hasta la vista!!!
Y seguí rezando por nosotros.”

Carlos Alberto Ingrassia

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